Estaba atrasado, para peor a esa hora el servicio de metro tren ya estaba suspendido y debería tomar un colectivo, solo para no llegar tan tarde. Pero el dinero no me estaba precisamente sobrando y de tomar colectivo igualmente llegaría tarde.
Así que preferí llegar muy tarde y ahorrarme unos pesos, a llegar solo tarde. Así que llame al Púb y avisando que llegaría muy tarde.
Me quede unos minutos en el paradero, pasaron barias micros vacías a solo $500, pero me dio unas inexplicables ganas de tomar helado, así que deje pasar unas tantas micros lamiendo mi Trendi de Lúcuma Chocolate. Si se que es inexplicable de eso de estar atrasado y ponerse a tomar helado como si uno estuviera en un paseo de domingo, y en realidad no tengo otra justificación que un simple capricho.
Al fin tome la micro, la cual iba casi vacía. Abajo me llamo la atención una niña visual y su pololo, unos niños de una apariencia de menos de 15 y muy pololos por la vida, de hecho la niña parecía no tener mas de unos 12, pero en realidad era demasiado delgada para su edad.
Ya en belloto la micro tenia algunos asientos ocupados, nadie se había sentado a mi lado y subió una chica muy bonita a la altura del paradero 12, tras ella una señora y la muchacha de unos 20 se fue a sentar al otro lado del pasillo frente mío, la señora paso hacia el fondo y tras ellas venia una muchacha de unos 20 y tantos.
No quiero una vieja gorda a mi lado, ni un tipo de esos que deben tener las bolas como melones y abren las piernas en una guerra de territorio y machismo con el pobre que les toque al lado, pensé, así que corrí mi chaqueta que cubría parte del asiento a mi lado.
Ella se sentó de inmediato, no se si esperaba sentarse allí o había visto mi gesto, la cosa es que a mi lado me acompañaba un chica bastante bien, de cabellos castaños, piel clara, muy bien vestida en un estilo de sobria feminidad. Nada mal, así ya estaba salvado de mis temidos “vieja gorda” y “don bolas grandes”.
La muchacha al poco comenzó a ajustarse las correas de la pierna de sus pescadores verdes, acortando las rosas que la ataban, la mire, casi de reojo, me llamo la atención lo mal que hacia el nudo.
De repente note que su pierna se deslizaba contra la mía, no era un roce notorio, era tan leve que se podía confundir con el movimiento propio del andar de la micro; además no entendía porque pudiera rozar intencionalmente mi pierna, seamos sinceros soy un tritón gordo y nada bien parecido a mi juicio, tengo mis atractivos pero están mas en mi personalidad que en mi percha; así que espere a ver que pasaba, no creía en verdad que se repitiera.
Pero allí estaba el movimiento casi imperceptible de su pie contra el mío, de sus delgados y frágiles pies enfundados en unas chalas de delgados tirantes, ósea pura piel contra mis botas de marcha, ósea también tenia mis problemas de sensibilidad para poder captar si era ella o solo un movimiento involuntario a raíz del los vaivenes de la micro, cesaba por un buen rato, raros que eran extensos en mi percepción, aunque en realidad recién estábamos entrando a Quilpue y quizás no habían pasado mas de 5 minutos desde iniciado lo que yo creía roces.
Así que pensé que lo mejor era tratar de mandar una señal ¿cómo? Imitándola claro esta, pero estaba un poco preocupado de la posibilidad de hacerle daño con mis pesadas y duras botas, por eso partí suave, muy suave. Igual caía la posibilidad de que todo fuera imaginación mía y terminara pasando por un jote. Estaba en eso, suave, muy suave y ella coloco su mano sobre su rodilla, así que coloque mi mano sobre la mía a milímetros de cercanía a la suya, si quería podía rozar mi mano cuando quisiera.
Por mientras mi rostro estaba vuelto hacia la ventana, buscando un infinito donde esconder lo que estaba haciendo, aun no estaba convencido que ella quisiera algo con migo, de verdad tampoco quería hacer algo yo con ella, hasta claro verla bien y sentir su pie.
Pero no toco mi mano, en un momento casi creí que sus vellos, tocaron mis vellos y que de allí vendría un contacto mas decidido, pero no.
Cuando ya estaba desistiendo su pie se entrelazo con el mío, comenzó a subirlo y bajarlo en mi cara interior y si en efecto las botas me quitaba bastante sensibilidad. Mi mano atrapo sus dedos, suavemente a la vez que con fuerza, allí atrapadas para mi y sus ojos pardos mirando los míos, el beso fue el cierre del juego previo.
Ya no habían dudas de mi parte, ella me quería y me había obtenido, y aun a pesar de mi.
El beso se extendió a lo largo de kilómetros que recorría la micro, suave, con frenesí, con rabia, nuevamente suave, ganas de saborear al otro, yo sentía el sabor suave a ron, a un buen ron, pero no estaba ebria, solo desinhibida.
En momentos abría los ojos para apreciar su piel pálida, sus ojos cerrados, mi mano recorría un cabello sedoso, el lóbulo de una de sus orejas, bajaban mis dedos por el cuello de piel tersa.
Solo paramos un segundo, le pregunte su nombre, Margot era aquel. El beso se reanudo con nuevo ímpetu, las lenguas invadían nuestras bocas, queriendo llenar toda la cavidad ajena, entrelazadas en un abraso húmedo y a la vez tierno.
Me comenzó a tocar entre la camisa, desabrocho un botón e introdujo su mano, su mano contra mi piel busco mi pesan derecho, que excitante sentirse deseado por una mujer que a su vez era tan deseable. Me sentía el hombre mas bello del mundo, olvidando mi inocultable ponchera cervecera.
Nuestras otras manos jugaban entre ellas, entrelazadas, jugaban tratándose de dominarse entre si, pero con ternura.
Volvimos a parar, le pregunte que hacia, me dijo que estudiaba derecho en la universidad Santo Tomas, me sonreí, vi su cara de pregunta. Yo me había sonreído porque me parecía gracioso que un skinhead, una persona potencialmente un delincuente para la sociedad estuviera besándose con todo lo contrario alguien que representa la ley que despreciaba, pero no le explique eso, en cambio le dije que abogacía había sido el sueño de mi padre, en cambio había estudiado Diseño Grafico y ahora estudiaba Arte. Me creyó de la misma manera que yo le creía a ella, sin darle importancia.
Dijo vivir en El Olivar un barrio obrero a la salida de Viña del Mar, nada mal, eso indicaba que no era ninguna cuica, a pesar de vestir como tal, me imagine que era una chica inteligente y de esfuerzo de una familia de trabajo. Me pidió que me bajara con ella en Barón, debía ir donde una amiga.
Seguimos besándonos, no podíamos hacer otra cosa arriba de un bus atestado de gente, a la vista de todos. Pero a ella le pareció poco y en ya en Viña su mano se acerco a mi pené y sentí su leve roce por sobre mi pantalón, exquisito y premonitorio roce.
La micro paro y el conductor nos aviso que debíamos bajarnos y cambiar a la maquina de adelante. Bajamos de la mano como pololos de años, cualquiera quien nos mirara pensaría que éramos una pareja, en la nueva micro lamentablemente no había dos asientos juntos.
Ella se sentó y me fui de pie a su lado, nos seguimos besando pero era incomodo, mi mano tomo su mano, ella me acaricio con una incitada ternura, recorriendo mi brazo hasta el codo y sus finos dedos acariciaban cada uno de mis bellos, los peinaban de un lado hacia otro, no era sexual, era afectivo, como si no fuéramos desconocidos. A momentos la interrumpía solo para besarla.
Así hasta que llegamos a Barón, nos bajamos y caminamos abrazados hasta el semáforo, allí en rojo esperamos y ella comenzó a sobar su entrepierna contra la mía de forma tan evidente que me sentí perturbado ¡Estábamos en la vía publica! Todo aquel que pasara podía percatarse de nuestro frenesí.
¿Por qué mierda tenia que ir a trabajar, no podía llamar y simplemente no ir? No podía, tenia esa mierda metida adentro, esa mierda de responsabilidad con quienes cuentan o dependen de mi. De lo contrario podríamos estar amándonos en una cama en unos minutos mas. Le dije que me estaba haciendo una daño, que me dejaría mal, ella sonreía.
Ella seguía sobandoce como si nadie mas estuviera en la calle, como si fuéramos solo dos pendejos calientes en la habitación de una casa sin padres. Yo quería tener mi pené dentro de ella y a la vez que el semáforo cambiara a rojo, para que la escena terminara ya.
Y cambio a verde, subimos por Avenida Argentina solo unos metros, hasta que ella me paro y allí contra una reja comenzó todo de nuevo, su vagina buscaba mi pené irreflexivamente como si desnudos estuviéramos.
La atraque contra una reja y allí nos mantuvimos, ella se calentaba contra mi, ella se dejaba ir. Su locura, contra un desconocido.
Me dijo que era la primera vez que hacia algo así, porque esa importancia que le dan las mujeres a lo que creamos de ella, somos desconocidos ¡¿qué importa?!
Antes de cruzar hacia la acera norte de la avenida argentina me pregunta si pertenezco a una Tribu Urbana, ya se había percatado de mi apariencia. Aunque debo decir que no estaba tan cargado a lo skinhead, para nada, solo mi Flayer Jacket, mi rapada y mis botas, ni siquiera tenia los jeans arremangados, ni tirantes, ni parchees, ni nada.
Pero ella se dio cuenta.
Me preguntaba de una manera evasiva, pregunto si era de una Tribu Urbana pero sin aludir a ninguna, yo le respondí con una pregunta: ¿Cómo eso de Tribu Urbana? Ella aludió a otras Tribus, pero me di cuenta que no podía decir skinhead, le pregunte porque pensaba eso ella me indico el corte de cabello, yo le bromeé con la falta de este, ella me índico la chaqueta, yo le dije que si era skinhead.
Ella se preocupo de que podíamos ser atacados por otros, yo le explique que era cosa de los medios de comunicación, exageraciones. Yo le dije que vestía así, porque mas que nada era mi costumbre, que estaba en otra a esta altura de la vida, ella no me creyó mucho. Nunca pudo pronunciar la palabra Skinhead.
Caminamos por Avenida Argentina y nos quedamos en un paradero, en una calle transversal que no recuerdo su nombre, al lado de una panadería. Hace mucho que no estaba allí.
Allí esperamos, allí ella llamo a su amiga, allí estábamos abrasados como si nos conociéramos de mucho, yo quería verla de nuevo, había algo inconcluso entre los dos.
Yo no quería su numero, no quería que unos días después quisiera verla y la llamaría y ella saliera con cualquier cosa para no tener la incomodidad de verme. Así que le di mi numero, ella no me dio esperanza de llamarme, viajaría al norte, volvería en marzo.
Allí nos quedamos esperando un colectivo, ella lo tomo, desde el interior me busco con la vista y se despidió con un “chao mi AMOR” como si fuéramos viejos pololos.
2 comentarios:
Graaaaaaaaaaaaaaaaan historia. Alguna vez me pasó algo similar y es uno de los mejores recuerdos que tengo. Claro que yo alcancé a hablar tres veces por teléfono con él después del encuentro en cuestión. El asunto es, que este tipo de cosas es mejor dejarlas así de perfectas, tal como ocurrieron, y solo por una vez... por algún extraño motivo el tiempo siempre se encarga de estropear la perfección...
Eeeeh!
La puta verdad.
Mejor que se quede algo cortito y perfecto... q ya sabes...
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